El Bosque Eterno de los Niños, se encuentra ubicado en la Cordillera de Tilarán, bordeando el Parque Nacional Volcán Arenal, la parte alta de Monteverde y Miramar, alcanzando hasta la Reserva Alberto Manuel Brenes en San Ramón. Continúa por la zona de San Carlos cerca de los poblados de San Jorge, La Tigra, San Isidro de Peñas Blancas, Chachagua y El Castillo
El Bosque Eterno de los Niños existe gracias al sueño de varios niños de salvar el bosque tropical. Está campaña de recolección de fondos comenzó en 1987 en una pequeña Escuela Rural de Suecia, cuando estudiaban los bosques tropicales y un niño de nueve años de edad, Roland Teinsuu, preguntó que podría hacer para mantener el bosque y los animales a salvo de la destrucción. El joven Roland motivó sus compañeros para realizar una campaña de recaudación de dinero para la compra y protección del bosque amenazado en Costa Rica. De la mano de su profesora y guía, Eha Kern, su esposo Bernd y la asistencia de la bióloga Sharon Kinsman, quien presentó el proyecto de Monteverde en la escuela, Roland y sus compañeros recaudaron lo suficiente para comprar seis hectáreas de bosque tropical a un costo de 250 dólares por hectárea, incluyendo el pago de escritura y los honorarios legales de la compra.
Es una inmensa reserva reconocida a nivel mundial por la gran biodiversidad que posee, destacando el 5% de las especies de aves del mundo, el 2% de las orquídeas y el 3% de las mariposas. En estos bosques existe gran cantidad de endemismos y se han registrado 60 especies de anfibios, 425 de aves, 101 de reptiles y 121 de mamíferos. Entre las aves podemos nombrar algunas como el pájaro campana (Procnias tricarunculata), la tangara veranera (Piranga rubra), el tucancillo verde (Aulacorhynchus prasinus) o el halcón tijereta (Elanoides forficatus). Los mamíferos están representados por el mono congo (Alouatta palliata), el cariblanco (Cebus capucinus), el pizote (Nasua narica), el puercoespín (Sphiggurus mexicanus), el jaguar (Panthera onca) o la danta (Tapirus terrestris).
En cuanto a la flora existe también multitud de endemismos de la Cordillera de Tilarán. Hay 3.021 especies de plantas vasculares, un tercio del total del país, como por ejemplo el cedrillo (Brunellia costaricensis), el colorado (Mosquitoxylum jamaicense), el guayabón (Terminalia oblonga) o el laurel (Cordia alliodora). Las bromelias, enredaderas, musgos, palmeras o helechos se encuentran por doquier formando una espesa y extraordinaria selva.