Referente al cultivo de café, y de la conformidad con datos elaborados por el Gerente de Coopemontes de Oro, Agrónomo Víctor Julio Arce duramente la época, puede afirmarse que esta actividad se ha desarrollado en forma intensiva principalmente en el distrito de La Unión, aunque se sabe que en otros lugares lo han producido en pequeñas cantidades, desde hace muchos años, inclusive a finales del siglo XIX, cuando se dio cuenta de su existencia, el obispo Thiel, según se ha relatado en otra parte.
En 1960 se instaló un pequeño beneficio, en las cercanías de Rio Seco, en la Unión, respondiendo a una necesidad imperiosa de los productores, pues las distancias y las condiciones de los caminos hacían muy difícil el transporte del grano, hasta los beneficios de la Meseta Central. Ese plantel se ubicó en la Hacienda Jabonal, y era propiedad de don Edgar Mora García.
Este cultivo se ha desarrollado en terrenos cuya altura va desde los 700 hasta los 1.250 metros sobre el nivel del mar, y su auge actual se inicio en 1978, cuando el agricultor Carlos Luis Gamboa Villalobos llevo hasta sus propiedades en las alturas de Cedral, tres kilogramos de semillas, de variedades mejoradas, con los que formo un almacigo para formar su propia plantación.
En 1979, el Ministerio de Agricultura y Ganadería conjuntamente con la Asociación de Desarrollo de Cedral, sembraron otro almácigo de 20 mil pares de café «caturra», que se vendieron a los agricultores a precios muy bajos.
El año siguiente, 1980, puede calificarse de histórico, pues Montes de Oro fue declarado por el MAG zona cafetalera, sobre la base de un estudio realizado por el Programa Cooperativo Oficafé-MAG, que demostró las condiciones ecológicas favorables de Montes de Oro para el cultivo de ese grano.
En la cosecha 1989-1990, recibió más de 16 mil fanegas, y se proyectaba para la siguiente cosecha, estar en condiciones de procesar alrededor de 18 mil fanegas, provenientes de unos 400 productores que actualmente están asociados.
Sin duda que el auge cafetalero se debe a la iniciativa y al esfuerzo de don Carlos Luis Gamboa, quien desde 1978 se dio a la tarea de hacer realidad aspiraciones que venían desde fines del siglo XIX, y las recomendaciones que por la misma época formuló Monseñor Thiel.