Compuesta por: Germán Núñez Vetrano
A la memoria de don Lidio Blanco González y de tantos otros mineros, presentes y ausentes.
Este hombre de proporciones robustas
horada la tierra en busca del metal precioso
Semeja un roedor agigantado
armado de cincel y mazo
y con la luz en su frente.
Su mirada félida,
su mano férrea,
su músculo tenso,
su corazón latiente,
rompen la roca profunda
en la entraña de la tierra.
A veces persigue un hilo
que corre y corre hasta perderse;
otras veces derrama su vigor
a golpe de cincel y mazo
y la tarde le sorprende
sin hallar su sol ambicionado.
Minero: solitario roedor;
ambicios orólatra;
amigo de las profundas sombras
y de los murciélagos.
Minero:
gigante de los túneles;
domador de soledades;
dueño de la dinamita;
escalador de ruinas;
constructor de ventanas.
Allá quedó tu mujer
y tus hijas en flor.
Tu viajas al mundo metálico,
sombrío,
ignoto,
donde mora el tesoro
que nadie te da,
que lo disfrutan otros.
A ti sólo te queda
la mano endurecida,
el ojo deslumbrado,
el corazón ansioso,
la patria escarnecida
por la bota extranjera.