Compuesta por: German Espinoza Villegas.
Las sombras de la noche van cayendo y el sol ya se escondió en el horizonte, las aves descansan en sus nidos, llega el silencio, se adormece el bosque.
La luz de una candela parpadea, bailan las sombras en la humilde choza.
El maestro soñoliento cabecea, piensa y escribe, se equivoca y borra.
Piensa en los niños que escribir no saben y quiere inventar el método correcto. Si los grandes pedagogos no han podido, ¿lo inventarías tu, que eres inexperto?
¿Saben los padres las horas de desvelo? ¿Entienden los niños este enorme esfuerzo? Lo sabe quizá en el Ministerio los de corbata roja y de vestido negro?
Solo los grillos que el violín afinan para entonar su melodía vieja, son los testigos mudos, que en la noche, han compartido tu silente queja.
Maestro rural, héroe de la patria; tus penurias conozco y te comprendo. Sigue adelante en tu labor sin pago, quizá en el cielo encontraras tu premio.