Historia

Infraestructura

PROGRESO DEL CANTON

Hasta el inicio del presente siglo, el pueblo de Miramar siguió evolucionando rápidamente, colo­cando los cimientos del futuro cantón.
Las casas, el cuadrante, los caminos, la agricul­tura, el comercio y demás actividades, fueron cam­biando la fisonomía del lugar. Especialmente el comercio y la agricultura se desarrollaron con rapidez y con ello la vida social comenzó a manifestarse en forma variada y en aspectos trascendentales, que sin duda despertaron grandes expectativas y el deseo de superación social, religiosa, política y material.
Estas aspiraciones, que fueron amalgamando un grupo que se había nucleario bajo el estímulo de la producción minera, permitió que esa comunidad se desarrollara y consolidara por sus propios medios y
con sus propios objetivos, sin una dependencia deter­minante respecto de las minas. En los años finales del siglo anterior, y en los los primeros del presente siglo se cumplieron varios acontecimientos progresivos en la consolidación del grupo y en su asentamiento geográfico, como la terminación del cuadrante, cuyo primer plano, autorizado con la firma de don Rafael Odio Z fue elaborado en mayo de 1898. Copia de este valioso documento se ha incluido en este trabajo.
Sobre este aspecto, según recordaba don Carlos González, el cuadrante fue levantado formalmente durante la presidencia de don Rafael Iglesias, de manera que ya en 1905, las calles de la población se hallaban trazadas y «los árboles sembrados a sus lados se habían pegado». Además, «la instalación de la cañería, en 1908, dio mayor comodidad y bienestar al pueblo y sobre todo más higiene». (E. González).

Transporte y vías

El poderoso atractivo económico que ejercieron en todo momento los yacimientos auríferos de Mon­tes de Oro, hizo que desde temprano se abrieran entre los bosques y los desfiladeros, trochas por las que transitaban los exploradores primero, y los trabajado­ res después.
Con el tiempo, y con el establecimiento y el desarrollo de compañías fuertes en la explotación de yacimientos, aquellas trochas se convirtieron en trillos amplios por lo que pasaban filas de muías cargadas con el mineral, desde las minas más lejanas, hasta los puntos de embarque en la bahía de Caldera en en Puntarenas.
Muchas de esas arterias fueron ampliándose para dar cabida al tránsito frecuente de carretas, pero en todo tiempo, y especialmente en la estación de lluvias, ese tránsito fue difícil debido a la configura­ción del terreno, formado por alturas impresionantes y caídas vertiginosas.
De esta manera, la lucha desplegada por los oromontanos para mantener sus accesos en condicio­nes de servicio, fue permanente y dura, según lo testimonian todas las fuentes.
En esa misma época, a medida que el oro fue sobreponiéndose a los productos agropecuarios en cuanto al tráfico mercantil, la ruta hacia el océano fue sustituyendo a la anterior que conectaba con Esparza, como la más importante para la actividad económica del entonces Distrito Los Quemados.
El trabajo de apertura y mantenimiento de los caminos en aquellas difíciles condiciones, estaba a cargo de las llamadas Juntas Itinerarias, que además de velar por todo lo referente a caminos, eran las responsables del ornato y del aseo, y de otros servicios públicos.
En los primeros años del nuevo siglo, juntas de este tipo se había constituido en varios puntos del actual Montes de Oro, como lo atestigua una nota remitida por las autoridades locales al Director Gene­ral de Obras Públicas, en San José, el 24 de noviembre 1909, en la que se lee:
«Tengo el honor de informar a usted que en este distrito existen cuatro Juntas Itinerarias que se denominan «Miramar», «El Tigre», «Río Seco» y «La Isla», en cuyos caseríos tienen su residencia, y las personas que las forman son: Pedro Jiménez y José González; Rafael Ugalde y Aquileo Naran­jo; Juan S. Jiménez y Juan López Arrieta; Domingo Ramírez y Ramón Fernández, respectivamente. Carreteras Nacionales no atraviesa ninguna por este distrito». (Libro No.3, Nota 297)
Más tarde, las funciones de las antiguas Juntas Itinerarias fueron asumidas por otras que se llamaron Juntas de Caminos. Sin embargo, muchos de los senderos que daban acceso a las minas estaban en poder y bajo el control directo de las empresas mine­ras, que además monopolizaban el tránsito por los mismos. Una nota de 1940, de la Junta de Caminos al Gobernador, dice lo siguiente:
Yo omito manifestarle que hacia el norte de esta localidad existen otros caminos tal como los de las empresas mineras pero éstos están completamente a cargo de los interesados, lo mismo que algunos otros caminos de menor importancia que están también a cargo de los interesados. Secreta­ rio: José A. González Cordero».
El 8 de enero de 1945, según consta en el acta de juramentación correspondiente, la Junta quedó inte­grada según se describe adelante:
«Acta de juramentación de la Junta de Cami­nos del Cantón de Montes de Oro. Fueron impues­tos los señores Eduardo Pochet Feyth, Ernesto Milanés Quesada y Ronulfo Ledezma Ledezma (propietarios). Suplentes: Ricardo Arguedas Ma­tamoros y Roberto Rodríguez Cubero». (Libro Ac­tas Municipales)
En 1945, las comisiones encargadas de las vías de tránsito pasaron a denominarse juntas auxiliares de caminos, se organizaron una en cada distrito y, según el acta de juramentación del 31 de enero de ese año, la Junta del Distrito de La Unión quedó integrada de la siguiente manera:

El primer carro que llegó a Miramar. Según versiones dé testigos, fue un acontecimiento que causó mucho revuelo. (Foto cortesía de Dn. Leonardo Jiménez J.)


«Seguidamente, por votación quedó integra­ da la Junta Auxiliar de Caminos del Distrito Se­gundo: Presidente: Miguel Vargas Mesón; Vice-presidente: David Núñez Alvarado; Vocal: Ornar Alvarado». (Actas Municipales)
A mediados de los años cincuenta se le dio un nuevo trazo a la carretera entre la cabecera cantonal y la población de Cedral, en lo más alto de la región minera. Según consta en el artículo 8 de la sesión No.24 del 7 de junio de 1955, la Municipalidad adoptó el acuerdo siguiente:
«Como es indispensable que con el nuevo trazado del Camino Miramar-Cedral hay que construir un puente sobre la quebrada La Rastra, se acuerda: dirigirse atenta y respetuosamente al señor Ministro de Obras Públicas solicitándole proceda al estudio y construcción del puente en referencia.» (Actas T.8, p.92)
Este puente fue construido muchos años des­pués, en la Administración del Presidente Daniel Oduber (1974 a 1978).
Por los mismos años, en medio del proceso de expansión económica de la época, mientras el precio del oro declinaba pero se intensificaba la producción agrícola y la ganadería, los esfuerzos de la comunidad se empeñaban en mejorar la carretera que une a la capital cantonal con Cuatro Cruces, en la Carretera Interamericana.
A principios de los sesenta, gracias a ese esfuer­zo conjunto en que destacó el Padre Larios, se logró que fuera mejorada esa arteria, lo que se calificó como «el paso más importante de la comunidad en los últimos 50 años»

«El Porteño», recordado autobús que hacía el recorrido Miramar, Barranca, Puntarenas. Por aquellos años, debido a los malos cami­nos, se tardaba más de tres horas en el trayecto. Sin embargo eso no fue obstáculo para que diariamente muchos vecinos viaja­ran al puerto. Durante muchos años, los estudiantes miramarenses asistieron al Liceo José Martí de Puntarenas; Pese a las incomodidades y las li­mitaciones, se distinguieron como los mejores alumnos de esa casa de estudios. (Fotografía de don Rafael A. Segura)

Comunicaciones

De los primeros servicios públicos que se esta­blecieron en Miramar fue el telégrafo, que según recuerdos de don Antonio Quirós, uno de los primeros telegrafistas de Montes de Oro, ya funcionaba en 1895, en la casa de la familia Chacón. (Entrevista)
El primer telegrafista que operó en Miramar fue el señor Hormidas Araya, seguido por don Plácido Altamirano. A éste le siguió Plácido Guevara, quien fue sucedido por don Antonio Quirós.
Por ese entonces el correo estaba al cuidado del mismo agente de Policía, para atender una población que se agrupaba en un cuadrante de 34 cuadras, en que se ubicaban unas 120 casas, pues considerable parte de población, la que se dedicaba al trabajo en las minas, se alojaba en barracas primero y luego en caseríos asentados en las proximidades de las minas, según recuerda el señor Quirós.
Además, la correspondencia se recogía en Ba­rranca tres veces por semana, a caballo e inclusive a pie. Parte de la correspondencia se reexpedía hacia La Unión. En el correo trabajaron los señores Rafael Vargas, Clodomiro Urcuyo, Alcibíades Vargas y Alcides Vargas (ambos hijos de Rafael), y un segundo Alcibíades Vargas, nieto del primero hijo de Alcides. Este último, a quien se le conoce como «Viaditos», aún labora en este servicio, cuyo reparto se presta de lunes a viernes.
Tan temprano como 1900, el telégrafo confron­taba ya los normales problemas, derivados de la ca­rencia de recursos. Así lo demuestra una nota del 30 de noviembre de ese año, dirigida al Gobernador de la Provincia:
«Me permito manifestarle a usted que el señor telegrafista de esta, don Hormidas Araya con alguna frecuencia se queja ante esta autoridad de la ne­cesidad de ponerle cielorraso a la pieza que ocupa la oficina telegráfica». (Libro No.3, Nota 282).

En 1914, los problemas fueron de otras caracte­rísticas: se trató de la denuncia de un desfalco que afectó a numerosos miramarenses, según lo refirió el periódico La Información, del 19 de marzo de ese año:
«Hace algunos días venimos informando so­meramente porque no teníamos todavía detalles completos de la escandalosa sustracción de certificados llevada a cabo por el Ex-Administrador de Correos de Miramar, señor Altamirano. Esos de­ talles han llegado ya a nuestro poder y hemos logrado saber que los certificados que constituyen el desfalco, porque nunca llegaron a su destino fueron los siguientes:

Alumbrado público

En cuanto al alumbrado público de Miramar, al iniciarse el siglo, era a base de faroles que quemaban canfín o kerosene, y se hallaban colocados a lo largo de las principales calles del cuadrante, sobre postes de madera o trozos de hierro de ferrocarril, de lo que derivó la¡ expresión «estar debajo del riel», para des­cribir a la espera junto a un farol. (Espinoza)
Estos hechos los atestiguan los informes del Jefe Político al Gobernador de la Comarca y a la Munici­palidad de Puntarenas, que dan cuenta de la instala­ción del servicios público de alumbrado, en 1908. Así, el 23 de mayo de ese año, el Jefe Político informó a la Gobernación:
«Estoy procediendo a arreglar y hacer unos cuantos pilares para los faroles que tengo que colocar en la instalación del alumbrado». (Libro No.3, Nota 60)
A finales de mayo, el funcionario local informa­ba a la Gobernación que:

Miramar tuvo una planta eléctrica que fue destruida a principios de siglo, por una corriente del rio ciruelas. Esa planta fue de don Rafael Iglesias y posteriormente de don Alber­to Echandi, el primero, presiente de la república y el segundo padre de I expresiden­te Mario Echandi.
De aquella planta, la primera que existió en la Provincia, solamente quedaron ruinas.

Y una vez colocados los postes, correspondía instalarlos faroles, para lo cual, la Municipalidad de Puntarenas donó algunos, que el Jefe Político mandó recoger:

Estragos del huracán «Juana». El puente so­bre el rio la Rastra, que fue destruido al igual que el pavimento de Miramar a Tajo Alto.
El puente sobre el Río Seco, en la Unión, fue inaugurado en 1990, luego de dos años de labor comunal y de colaboración de la Municipalidad de Montes de Oro y del Instituto Costarricense de Puertos del Pacífico (INCOP). Tuvo un costo superior a los cuatro millones de colones, monto en el cual contribuyó el diputado del cantón. Su construcción ha solucionado muchos problemas y se anticipa al proyecto de pavimento, que según definición de la propia municipalidad, se trazará por la ruta nacional que conduce a Palmital por La Unión.

«Don Anselmo González y Juan Calderón, van como encargados para recibir los veinte faros que la Municipalidad donó a este Distrito.» (Id. nota 69, jun.2,1908) .’

Ahora bien, se previo que, cuando estuvieran colocados los faroles, serían indispensables los servi­cios de una persona que se encargara del cuidado y mantenimiento de los mismos. Una nota del 16 de junio dice lo siguiente:

Estragos del huracán «Juana». El puente so­bre el rio la Rastra, que fue destruido al igual que el pavimento de Miramar a Tajo Alto.

«Para la instalación del alumbrado público en esta localidad se necesita que la Municipalidad tome en consideración la creación de un empleado como farolero, cuya erogación será de $10 mensuales» (Id Nota 79)
Ese funcionario fue investido un mes después, el 17 de julio, como lo atestigua otra nota de la
Jefatura Política:
«Presente en este despacho el señor Jenaro García Zeledón, mayor de edad, viudo, jornalero y de este vecindario, fue juramentado y puesto en
posesión como farolero de esta localidad, cuyo cargo aceptó y ofreció cumplir bien y fielmente». (Id nota 92, jul.19)
Sin embargo, el primer giro a favor de don Jenaro, fechado el mes siguiente, no llegó a los ₡100oo que se habían previsto: «Farolero, giro, ₡4,84 men­suales.»
De todas maneras, cuando Montes de Oro em­pezó a aspirar al cantonato, sus calles disponía ya de alumbrado público a base de canfín, servicio que duró hasta que, en 1910 se instaló la primera planta eléctrica propiedad de don Alberto Echandi y otros socios. Esta planta fue administrada desde sus inicios, por el español Felipe Suárez, con la colaboración de Rafael
González, y fue mandador en ella, el señor Rubén Miranda, según recuerda don Carlos González, testi­go de aquellos acontecimientos. (Entrevista)
Es interesante señalar que la planta del señor Echandi instalada, en Miramar, fue la primera que existió en toda la Provincia, pues en este sentido el distrito se adelantó inclusive a la cabecera.

Este servicio fue suspendido en 1929, debido al traspaso de sus negocios que la compañía del señor Echandi efectuó a favor de otra empresa; que era conocida por las siglas SAXE.

La máquina generadora era movida por las aguas del río Ciruelas. Aún quedan vestigios de la paja de agua y de los tanques que se empleaban para obtener la energía que alimentaba inclusive al servicio público. Tales vestigios son un monumento al esfuerzo de esos oromontanos originales y a sus aspiraciones de progreso en beneficio del entonces distrito.

En 1939 y bajo la dirección de don Sem Pérez, se instaló otra pequeña planta que alumbró hasta 1950 cuando una crecida de río arrastró la maquinaria.

«El empresario Sem Pérez, hombre trabaja­dor, enérgico, era capaz dé realizar una empresa bastándose con sus propias fuerzas… falleció al principio de los años cincuenta». (Salas)’

En 1937, por moción del señor Arguedas, ante el hecho que se necesitaba un empréstito de ₡20 mil para llevar la energía eléctrica, desde las líneas que la transportaban hacia Puntarenas hasta la planta del atún, la Municipalidad se comprometió a garantizar el compromiso gravando el producto que se obtuviera con el servicio de luz, además de lo recaudado por entrada de productos al mercado municipal, que se calculó en unos ₡1.621 anuales.
El diputado Ovares acogió la solicitud en tanto que el diputado Pablo Angulo Rojas se ofreció para redactar el proyecto, que fue aprobado como Decreto No.76, del 17 de agosto de 1934, cuyo texto es el siguiente:
«El Congreso Constitucional de la República de Costa Rica, decreta:
«Artículo l.-Autorizase a la Municipalidad de Montes de Oro para que negocie un empréstito hasta por la suma de 20 mil colones que destinará a dotar de luz eléctrica a la población de Miramar. El empréstito pagará intereses a un tipo no mayor del 8% anual y una amortización no menor del 4% anual.
«Artículo 2.- La Municipalidad dedicará anualmente, de los fondos que perciba, la suma necesaria para satisfacer los servicios de intereses y amortización del empréstito que la presente ley autoriza.
«Artículo 3.-Para garantizar este empréstito la Municipalidad, si es necesario podrá gravar las rentas del alumbrado público y los que produzca el mercado municipal». (Arch.Nal. Doc.18307, 1937, f.5)

El alumbrado público y el servicio de energía para domicilios y empresas particulares, fue resultado del espíritu progresista de aquellos personajes de la historia oromontana. La prestación de energía eléctrica permaneció en manos de la comunidad, bajo administración municipal, hasta los años sesenta, cuando el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) comenzó a asumir el servicio.

Estos hechos los atestiguan los Libros de Actas de la Municipalidad de Montes de Oro, en uno de los cuales se consigna la sesión del 15 de febrero de 1956, en que se discutió ese traspaso:

«Artículo 4.- Teniendo en mente desde hace bastante tiempo traspasar la distribución de servi­cios eléctricos al ICE, en la inteligencia de que en esa forma el público consumidor pagaría tarifas más favorables se acuerda: Pedir audiencia al señor gerente del ICE para conversar sobre las bases de este asunto en el curso de la semana entrante, así mismo integrar una comisión para estos fines». (Libro No.8, acta 34, p.156).

El ICE contestó por escrito tomando como refer­encia los puntos de la conversación entre los comisión­ nados y los funcionarios de la institución. La Munici­palidad aceptó los términos del memorando y a partir de entonces se iniciaron las gestiones para el traspaso, el cual se hizo efectivo poco tiempo después.

Cañería

En 1908 se comenzaron las gestiones para ins­talar la cañería. Antes que ésta fuera instalada y entrara en funcionamiento, se utilizaba una acequia que proporcionaba el agua para usos caseros, pero era prohibido usarla para el lavado de ropa. Para que las amas de casa cumplieran con esa disposición, un policía permanecía asignado permanentemente a la vigilancia del acueducto, pero ellas desobedeciendo a la autoridad se instalaban con sus bateas a la orilla de la acequia, mientras hacían que un niño permane­ciera atento para avisar a tiempo la proximidad del policía. Cuando el niño daba la señal convenida, la madre se escapaba velozmente. (E. González)
«Al principio la paja de agua era traída por zanja desde Montezuma al descubierto, eso origi­naba aguas sucias y a veces se contaminaban con el cianuro de la mina. Además que se atascaba constantemente»; sin embargo, la comunidad esti­maba mucho el valioso servicio que prestaba ese sistema de abastecimiento de agua. Así lo dice una nota al Gobernador de la Comarca:
«La sabia naturaleza nos ha auxiliado (de manera) que con pequeño esfuerzo tengamos una paja de agua que nos surte de donde tiene una altura envidiable y que con muy poco gasto podría­mos traerla por tubería de hierro, y por consi­guiente la tendríamos pura de inmundicias contra la salud». (Libro No.3, nota 59, mayo 20, 1908)
Por supuesto que ese sistema de abastecimiento presentaba frecuentes problemas, uno de los cuales era la necesidad de estar limpiándolo permanente­ mente. En una nota dirigida al Gobernador, el 23 de mayo de 1912, la autoridad local le decía: «Me es honroso comunicarle ésta en la que le envío las pla­nillas de los gastos hechos en la paja de agua…» (Libro 3, nota 60)
El 31 del mismo mes se pasaba otra planilla por los mismos trabajos:

«Por la suma de (30.oo (treinta colones) se servirá hallar una planilla de los peones que han trabajado en la paja de agua cuyo trabajo está a terminar». (Id nota 64)
El 30 de septiembre del mismo año 1908, la autoridad local acreditaba ante el Gobernador, otro gasto por el mantenimiento de la paja de agua:
«En esta fecha recibí el giro No. 513 por valor de ₡77.50, setenta y siete colones cincuenta céntimos, por trabajo hecho en el desaterró de la paja de agua de esta localidad». (Id nota 171)
La aspiración de contar con una tubería de hierro fue tomando forma en los años siguientes, de manera que, tan temprano como 1912, «la cañería de Miramar (fue) comenzada a fines de enero e inaugurada en abril», según se menciona en la Memoria de la Gobernación de Puntarenas de ese año, en la que, además, consta que «la cañería tuvo un costo de ₡18.318,77». (p.37)
En 1914, se planteó la posibilidad de ampliar este servicio al entonces Barrio El Tigre. Francisco de Paula Amador refirió de la siguiente manera este nuevo esfuerzo de los progresistas vecinos de Montes de Oro:
«Otro empeño dé los ediles que en breve será hermosa realidad, es la construcción de las cañe­rías de Chomes y Miramar, pueblos que debido a la energía perseverante de sus hijos, continúan marchando de manera resuelta con paso seguro y firme por la senda del adelanto. Con el Ing. don Carlos Iglesias y previa fianza del capitalista puntarenense don Miguel Guzmán Castro, contrató la Municipalidad esas mejoras. Por deficiencia de los planos que sirvieron de base a los contratos, se ha demorado el cumplimiento de las justas aspira­ciones de aquellos vecindarios.
«En el Cantón de Montes de Oro se está en espera de la ampliación de la cañería para llevar el precioso líquido al barrio El Tigre, cosa hace­ dora para la cual se tienen recursos en abundancia y sólo se aguardan los estudios y presupuesto y sacarla a licitación. El acueducto de Miramar presta servicio inmejorable y no dado pie a conti­nuas quejas y accidentes… Montes de Oro cuenta al 31 de octubre con un superávit de seis mil colo­nes poco más o menos». (Amador)
Hasta 1985 se cambió la tubería. Según una crónica periodística, en enero de ese año se había planteado la renovación de la red:
«Según informaron, la secretaria municipal, señorita Trinidad Gamboa y el contador munici­pal, Rolando Ramírez, ya está aprobado por el Instituto de Fomento y Asesoría Municipal (IFAM) un empréstito por 32 millones de colones para los trabajos del acueducto.
«Explicaron que en el cantón hay suficiente agua, pero está mal distribuida debido a que la topografía de la ciudad hace qué se recargue hacia determinados sectores, por lo que hay mucha gente que no la percibe.
«Por otra parte, la red de distribución data de 1958 (27 años) y se pretende cambiarla, asimis­mo restablecer el tanque de almacenamiento. «Pa­ra la ciudad dijeron los funcionarios este es un proyecto grande y el Instituto de Acueductos y Alcantarillados (AyA) ya elaboró los estudios correspondientes.
«Manifestaron también que la obra será construida por administración por el propio ayun­tamiento, ya que la cañería es netamente municipal y el pueblo, bajo ninguna circunstancia, quiere que se le traspase al AyA». (L.Vega).

En cuanto a las fuentes de abastecimiento de agua, se recuerda que la primera toma se ubicó en las proximidades de Montezuma; más tarde se recurrió a una naciente situada en terrenos de los señores Mesén y Orozco, conocida con el nombre de Fraijanes. En 1974 se incorporó la toma de Tajo Alto, en tiempos cuando se desempeñaba como ejecutivo municipal don Olger Mico Mora.

Durante el período administrativo de 1986 a 1990 se cambió la tubería de hierro por ”PVC», y se instalaron hidrómetros para el cálculo eficiente del consumo, lo que ocurrió mientras fungía como Ejecutivo Municipal don Sergio González.

Ese acueducto sirve en la actualidad a Miramar, Barrio Las Delicias Las Huacas, Barrio Altamira, Urbanización Margarita Penón de Arias, barrio El Tránsito y cuatro cruces. Además, en San Isidro sirva a las calles Los Arrollo, Roger Vargas y Ramón Cascante. En la actualidad Montes de Oro cuenta con un servicio de agua que en términos generales puede calificarse de muy eficiente.

Matadero Municipal

Una necesidad fundamental para la sana dieta de los oromontanos fue la Construcción del matadero municipal, lo que tuvo lugar en 1929. La obra se realizó gracias a las gestiones de la corporación municipal ante las autoridades centrales, las que, en ante las autoridades centrales, las que, en mayo del año mencionado, dispusieron la asignación de los fondos necesarios para la construcción y los gastos de reparación de otros edificios, según lo detalla el correspondiente decreto:

«El Congreso Constitucional de la República de Costa Rica, decreta:
«Artículo Único: Ampliase el presupuesto de la Cartera de Fomento, correspondiente al año en curso, en la suma de (20.000 (veinte mil colones), cantidad que se destinará a la construcción de un matadero y a reconstrucción de la cárcel y la Casa Municipal del Cantón de Montes de Oro de la Provincia de Puntarenas. Comuníquese al Poder Ejecutivo. Dado en el Salón de Sesiones del Con­greso, Palacio Nacional, San José, 14 de mayo de 1929. Cleto González Víquez, Presidente.» (Arch.Nac, Doc.15524, 1929; f.4).

Más tarde habría de constituirse el cargo de Juez de Matadero, que se mantuvo unido a las responsabilidades de la administración del mercado. La atribu­ción de ese juez consistía en autorizar el destace del ganado que consideraba apto para el consumo humano, y denegarla en los casos contrarios.

De conformidad con los registros municipales (Libro de la Jefatura Política y Delegación Cantonal), en 1945 el cargo recayó en don Julio Guido:

«Presente en este despacho el señor Julio Guido Guido fue impuesto de su nombramiento como Administrador del Mercado y Juez de Mata­dero. Entendido aceptó el cargo y juró su fiel cumplimiento». (Libro Jefatura, ags.9,1945;p.163).

Más recientemente, en el Mercado Municipal se han establecido en construcciones nuevas, con equipos e instalaciones modernas e higiénicas, ejecutadas en el último período administrativo.

Las funciones del matadero fueron asumidas para toda la región por una empresa privada, cuyos servicios abarcan todo Puntarenas, parte de Guanacaste, Montes de oro y Esparza, con la debida autorización y supervisión del Ministerio de Salud, del Consejo Nacional de la Producción y del Ministerio de Agricultura y Ganadería.

SITUACION ACTUAL

En la actualidad, el Cantón de Montes de Oro se ha comunicado por una muy buena carretera, que entronca en cuatro cruces con la Carretera interamericana Norte, y le da acceso rápido al resto del país.

Dentro del Cantón, esa misma carretera asfaltada se prolonga hasta Tajo Alto, ubicado ya en zona de las alturas propias de la Sierra Minera, y de este lugar se extienden caminos de tierra lastreados, hasta lugares todavía más elevados, La Unión, San Buena Ventura, Laguna, Palmital, Bajo Caliente, Cedral, Ventanas, Arancibia (Puntarenas), Cerro Arancibia, Corazón de Jesús, San Rafael Ojo de Agua y Las Lagunas.
Estas vías permanecen en condiciones transita­bles durante la casi totalidad del año, pues se obstru­yen solamente en ocasiones de lluvias excesivamente fuertes que ocasionen deslizamientos.
En la administración 1986-1990 se construye­ ron algunos nuevos tramos de carretera, y se amplia­ron y lastrearon numerosas vías de acceso a los poblados del norte del Cantón, con lo que mejoró la extracción de los productos.
En cuanto al servicio de autobuses, en la actua­lidad se mantiene regularmente y es constante, tanto con la cabecera de la Provincia, como con la capital nacional y los lugares intermedios. De manera qué funcionan rutas entre Cedral y Miramar y entre ésta y Bajo Caliente, que veces se presta con vehículos livianos.
La comunicación con la capital provincial se ha acortado en distancia y tiempo, con la apertura de nuevas rutas de acceso, que hacen posible llegar a Puntarenas centro en cuestión de 20 minutos.
Según los datos oficiales, la infraestructura de comunicación vial se compone por 18 kilómetros de carreteras, que cubren principalmente la distancia desde Tajo Alto hasta Cuatro Cruces pasando por Miramar, y que conectan de esa manera el centro del Cantón con rutas hacia cualquier parte del país. Los mismos datos indican que sólo en 1988 se destinaron 41 millones para pavimentar el tramo Cedral-Tajo Alto, suma que oportunamente fue depositada en la Comisión de Emergencia.

Además, se cuentan con 206,6 kilómetros de carreteras sin pavimentar, las que se halan expuestas en gran medida, a las inclemencias del tiempo.
En cuanto al servicio de alumbrado eléctrico, que presta el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) la parte de servicio público cubre básicamente las líneas de acceso principales y las calles de los más importantes poblados, en tanto que el servicio privado abastece los comercios y las casas de habitación del Distrito Primero, de San Isidro y el Distrito de la Unión.
Los datos oficiales señalan que en este servicio se registran 1.800 abonados. Si se considera que, según el Censo de 1984, los 7.444 habitantes se distribuían en un total de 1.625 vivienda, es lícito suponer que en la situación actual se satisfaga prácticamente toda la de­manda efectiva de energía eléctrica.
Para 1988, el número de teléfonos para el servi­cio privado se calculó en 200 líneas, lo que equivale a una línea por cada 37 personas, o un aparato por cada ocho casas de habitación, aproximadamente. Además, funcionaban 13 aparatos de servicio públi­co. Este servicio se consiguió, gracias al empeño de Juan de Dios Ramírez Gátgens y de Raúl Femando Amuy González, quienes para lograrlo, debieron re­alizar muchas negociaciones, cabildeos y presiones, mediante escritos, entrevistas e inclusive, mediante un censo de demanda que por su propia iniciativa levantaron. (E. González)
Debe mencionarse en este lugar que en el Can­tón funcionan tres hoteles, para albergar turistas y viajeros, los cuales prestan un buen servicio.

Los desastres naturales que afrontó Mon­tes de Oro en 1988 a consecuencia del huracán, fueron superados gracias al apoyo recibido por medio de la Comisión de Emergencias. En la foto, los doctores Manuel Ovando y Manuel Aguilar Bonilla, de la mencionada Comisión, cuando visitaron Las Lagunas de Arancibia, en compañía de diri­gentes comunales.

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