Antecedentes
En términos generales, puede señalarse que los problemas sociales de Montes de Oro, y en especial de Miramar, han sido históricamente más complejos que lo normalmente registrados en el resto del país, debido al rápido crecimiento y a la movilidad de la población, y a las características derivadas de la naturaleza del trabajo minero.
Baste señalar sobre este punto, los indicadores mostrados por los censos de población y las estimaciones oficiales desde mediados del siglo pasado.
En el Censo de 1864 se señalaron dos hechos que si bien se refieren al país en general, repercutieron sin duda en la situación regional, como fue que en los 20 años anteriores al del censo mencionado, al compararse con los restantes países del continente, resultó que solamente Estados Unidos superó la tasa de crecimiento de la población costarricense, la cual, en dicho período aumentó en 50 por ciento, pese a las calamidades de la Guerra Nacional y las epidemias que la siguieron.
De esa manera, en ese lapso, la población total de Costa Rica pasó dé 80 mil a 120 mil habitantes; pero al considerarse los datos correspondientes a cada circunscripción, se ve cómo, la que aumentó espectacularmente el número de sus habitantes fue la entonces comarca de Puntarenas, así:
«En San José, la población ha aumentado en los últimos 20 años de 25.049 a 37.200 al mas, es decir, 43,40 p%. ‘
«En Cartago, de 19.884 á 23.064 almas, ó sea, 15,99 p%.
«En Heredia, de 17.236 á 17.791 almas, ó sea, 3,32 p%.
«En Alajuela, de 10.837 á 27.171 almas, es decir, 150,72 p%.
«En Guanacaste, de 5.193 á 10.431 almas, ó sea, 150,72 p%.
«En Puntarenas, de 883′ á 4.836 almas, ó sea, 447,66 p%».
(Censo, 1864)
Como puede verse, Puntarenas fue en esa época, la región que ejercía el más poderoso atractivo a la inmigración, de manera que en sólo dos décadas, su población se multiplicó por cuatro veces y media.
Montes de Oro nació en medio de ese proceso de inmigración intensa, para el cuál con seguridad pese a todo, aquellos esfuerzos daban frutos que en las condiciones existentes les resultaban aceptables, cuando menos en comparación con el resto del: país, como lo demuestra una evaluación contenida en el informe enviado por el Jefe Político al Gobernador de la Comarca, el 2 de febrero de 1909:
«La sanidad de esta localidad es buena, aunque se han presentado varias epidemias de anemia, calentura e influenza, han sido de carácter benigno, habiendo dado buen resultado la curación en su mayoría de los anquilostomáticos con la visita de los médicos Jiménez y Alvarado que hicieron a esta población y enviados por el Supremo Gobierno». (Id nota No.196)
Un año después del primer informe indicado, o sea, en julio de 1909, el funcionario local daba cuenta al Gobernador, sobre las defunciones registradas y las causas de las mismas:
«Defunciones han habido 20, 16 menores de edad y 4 mayores de edad, 10 varones y 10 mujeres. De la muerte han sido 3 de sarampión; 2 de tosferina y 2 de diarrea; 3 de ataque de lombrices; 4 de calentura; l de cólico; uno de ataque del corazón; l de tétano; l de pulmonía; l de disentería; l asfixiado». (Id nota 263)
A De conformidad con las mismas fuentes, en los primeros años del cantonato, las enfermedades que más frecuentemente causaban la muerte de los oromontanos eran las siguientes: pulmonía, calenturas, sarampión, disentería, ataque de lombrices, dispepsia, anemia y alferecía.
La necesidad de un médico permanente muy pronto se hizo evidente, de manera que aún antes de fundarse el Cantón, los vecinos se habían dado a la lucha por conseguir este objetivo, en beneficio de la salud de una comunidad que por ese entonces se hallaba en franca expansión, al grado de ser señalado como uno de los principales pueblos del país:
Siendo este un pueblo de los principales de la República se nota la necesidad de un médico, pues en otros pueblos inferiores a éste por su población como por sus adelantos, no pasan por esa imperiosa necesidad, pues de años atrás el gobierno les ha concedido sus peticiones. » (La información, abr.2, 1914).
Aún en 1914, cuando la industria del oro se hallaba en auge, las condiciones de salubridad no eran todo lo bueno que se necesitaba, dadas las condiciones y la importancia de Montes de Oro.
Firmado por ”Un corresponsal por Miramar», una crónica de algún periodista preocupado por la situación y las expectativas de la progresista comunidad, lo mismo que por los requerimientos del desarrollo aurífero y comercial, pintaba en aquel año el patético cuadro siguiente:
«Da tristeza ver como sacan a esas pobres víctimas, unos en tijeretas, otros en barbacoas, tal vez en altas horas de la noche, de caminar cuatro o cinco horas por dentro de montañas en medio de mil dificultades, hasta llegar al pueblo,»
«Por qué el Supremo Gobierno no socorre esa clase de necesidades creando una plaza de medicatura y se sirve nombrar a un buen doctor con residencia en aquel centro. Por qué no se pone de acuerdo con los empresarios mineros para subvencionar al doctor, pues para ellos es un tanto mejor contar con este auxilio en el pueblo que hacerse cargo de tenerlo en la mina,
«Demos el caso de que el doctor gane trescientos colones al mes, pues que contribuyan con cien colones al mes los señores Gordon y Price y otros cien colones Mr. Popphan y que el resto lo pague el gobierno.» (La Información, abr.2, 1914)
La atención médica
En la actualidad, cuando Montes de Oro cuenta con servicios modernos de la CCSS y del Ministerio de Salud, resulta difícil imaginar las condiciones reales en que se desenvolvía la vida, y la dificultad casi insalvable para tener acceso a la atención médica.
Sobre este aspecto, un trabajo de Dña. Estela Gonzáles detalla lo siguiente:
«Es importante remontarnos al pasado y entonces podemos imaginar cuanto dolor y cuantos problemas sufrieron nuestros antepasados, si tomarnos en cuenta que no contaban con ningún tipo de medicina que no fuera la natural; si ésta no daba alivio había que esperar la muerte con resignación, o bien sacar el paciente hasta Puntarenas.
«Para tal fin construían con palos y sacos o cobijas, una camilla en que acostaban al enfermo; para cargarlo en hombros. Entonces todos los vecinos se reunían y formaban grandes caravanas para transportar al enfermo. Muchas veces era poco el trecho que recorrían pues el paciente moría de camino.
«Lo más triste era cuando en camilla sacaba a una parturienta; a veces el niño nacía de camino, otras veces nacía muerto y otras veces morían madre e hijo.
«Ante esto, fueron apareciendo curanderos, a veces sin el más mínimo conocimiento; otras veces entendían algo y acertaban. Todavía recuerdo a don Juan Arroyo y a don Tito Gatgens, quienes a base de plantas mitigaron el dolor de tanta gente.
«No debe olvidarse tampoco a las parteras empíricas que acompañaron a nuestras abuelas en los momentos más difíciles. Aún añorase encuentran parteras que atienden emergencias. Estas buenas y osadas servidoras atendían en la comunidad, pero también se les buscaba para atender casos en los diferentes caseríos del cantón, para lo cual tenían que viajar a caballo, en carreta o simplemente a pie, sin importar la hora.
«Entre esas parteras se destacan los nombres de:
-Mercedes Ramírez de Montoya, de quien sólo queda un hijo, viejo y enfermo: Lico;
-Josefa Villalobos de Artavia, abuela materna de Juanito Flores;
Sixta Vásquez de Vargas. En el Hogar de Ancianos vive el único hijo que de ella queda: Evangelista;
-Francisca Moraga, quien fuera esposa de José Jiménez, el hermano de don Leonardo Jiménez;
-María Cordeo, madre de tres hijos, incluida una mujer; Guillermina, que también fue partera;
-Eulalia Villalobos (Lala), madre de varios hijos, una de ellas, María Villalobos, también ejerció el mismo oficio;
-Catalina Montoya Ramírez, que heredó el oficio de su madre, Mercedes Ramírez y a quien sobrevivieron varios hijos;
-Actualmente, María Blanco y Vita Espinosa prestan el servicio cuando la necesidad lo hace indispensable.
-Custodia Arroyo y Josefa Peraza fueron parteros famosas que trabajaron en lo que hoy es San Isidro, donde además prestó servicios médicos y veterinarios Francisco Micó, quien tenía su propio botiquín.
«Cuando los caminos permitieron el paso con menos dificultades, de vez en cuando llegaban a Miramar médicos con verdadera mística y caridad cristiana, y con grandes dificultades atendían en un improvisado consultorio, a los vecinos que podían pagar. «Más tarde fue construida la Unidad Sanitaria, y hasta entonces hubo médicos y obstétricas al servicio del pueblo. Entre éstas todavía se recuerda a Eser Marroquín, Consuelo Rosales, Mar Cristina Ramírez, Filomena Martínez, Irma Jiménez y Marina Murillo.
«Entre los médicos qué prestaron servicios en Montes de Oro, aun antes del establecimiento de la Unidad de Salud, se encontraba el Dr. Leopoldo Acosta, quien vivía al norte de Miramar y atendía en forma particular.
«Con la Unidad de Salud, entre los médicos que vinieron se encontró el Dr. Manuel Barahona, de grata memoria.
«Al aparecer el Seguro Social todo cambió. Representó un paso agigantado en el progreso del Cantón.»
Con el transcurso de los años y poco a poco, gracias al esfuerzo de la comunidad que cada vez aumentaba su conciencia de unidad cultural, por encima de la población flotante, fueron consiguiéndose asistencia y servicios médicos permanentes, que le garantizaran a la población una mejora sensible en la conservación de la salud.
La Junta de Protección Social
A fines del siglo pasado había entrado en funcionamiento el hospital de Puntarenas, pero la atención médica permaneció poco accesible a los oromontanos, debido a las condiciones de transporte.
En 1894 se estableció la institución de Médico del Pueblo, encargado de vigilar la sanidad, y se organiza ron los circuitos sanitarios, lo que facilitó un poco las visitas de facultativos más o menos periódicas.
Desde los años veinte, Miramar contó con una Junta de Sanidad local, coordinada por la Junta de Sanidad del Estado, y funcionó también una Junta de Caridad, organismos ambos que tuvieron como atribución colaborar en la obra sanitaria, en especial contra enfermedades que, como la parasitosis, causaban graves daños e inclusive desnutrición, principalmente en la población infantil.
Cuando aquellas juntas de sanidad se convirtieron en Juntas de Protección Social, la de Miramar fue reorganizada y reorientada poco después del triunfo de la insurrección encabezada por don José Figueres, en 1948. En esa oportunidad, la institución caritativa miramarense fue objeto del siguiente Decreto Ejecutivo:
«El Presidente de la Junta Fundadora de la Segunda República, acuerda: Reorganizar la Junta de Protección Social de Miramar en la siguiente forma:
Presidente: Enrique Ovares Jenkins
Secretaria: Luz Marina Matamoros
Primer Vocal: Jorge Cob Jiménez
Segundo Vocal: Alcides Vargas Jiménez
Primer Suplente: Lesmes Mora Campos
Segundo Suplente: Hernán González González
(Decreto NoA67, oct.13, 1948)
Sin embargó, faltaba mucho todavía para que Montes de Oro contara con servicios médicos eficientes y permanentes. En las actas del Concejo se registra la siguiente gestión, desplegada el 24 de febrero de 1955:
«Considerando esta Municipalidad que los servicios de una enfermera obstétrica son indispensables en este Cantón y teniendo conocimiento que la que está recién llegada ha manifestado que no permanecerá por mucho tiempo si la Municipalidad, ya que la Junta de Protección Social no tiene fondos, no gira una partida asignándole una subvención y teniendo noticias que el sueldo de esta empleada fluctúa entre los ₡350 colones que legalmente es poco en relación con el cargo y costo actual de la subsistencia, esta Municipalidad acuerda:
«Autorizar al señor Jefe Político para que elabore: el primer presupuesto extraordinario, incluyendo la suma de ₡825 (ochocientos veinte y cinco colones) como subvención a la enfermera Obstétrica Oficial de ₡75 colones mensuales». (Libro No.8, Acta 20, p.58)
Situación actual
Los indicadores existentes sobre salud denotan diversos problemas de información por parte de las instituciones del Sector Salud, que son la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) y el Ministerio de Salud.
Según datos del Ministerio de Salud, en 1988 la mortalidad infantil fue del 19,2 por mil, en tanto que; la neonatal fue de 4,3 por mil, y la tasa de mortalidad general de 4 mil; siendo estas cifras más bajas que los promedios regional y nacional. (Datos Básicos)
De conformidad con la misma fuente, también durante el año 1988, no se registraron en Montes de Oro casos de mortalidad infantil tardía ni de mortalidad materna. La tasa de natalidad fue de 25,5 por mil, ligeramente más baja que en los años anteriores.
Las principales causas de mortalidad general en el cantón, de acuerdo con el Diagnóstico del Centro de Salud, fueron en 1988, las enfermedades cardio vasculares (isquemia cardíaca), los tumores y las infecciones en las vías respiratorias.
De conformidad con los datos censales estima dos por el Sector Salud Regional, las causas de mortalidad más frecuentes fueron los “signos, síntomas y estados morbosos mal definidos”, las enfermedades isquémicas, infarto agudo, ciertas afecciones origina das en el período perinatal, enfermedades cerebrovascular y otras.
Capacidad de atención en Salud
Las Instituciones del Sector Salud (CCSS, Ministerio de Salud), atienden a la población oromontana, mediante los siguientes centros de servicio:
-Dos puestos de salud rural, en Palmital y
San Isidro;
-Un puesto de salud comunitaria, en Miramar; -Un centro de salud cantonal;
-Una clínica del Seguro Social;
-Tres centros de nutrición (Miramar, San Isidro, Palmital);
-Una oficina administrativa de la CCSS.
Además del acceso al Hospital Monseñor Sanabria y las unidades móviles que se han descrito en apartado, anterior, cabe señalar que solamente para la Clínica de Consulta Externa, la Caja Costarricense de Seguro Social presupuestó en 1988, la suma de ₡lO.456.855,00.
El Ministerio de Salud considera que la cobertura en el campo de la atención médica es del 100%, no así con otros programas, como es el caso del programa odontológico. (Fallas)
Según el Diagnóstico del Centro de Salud, el Cantón cuenta con aproximadamente 30 funcionarios, de los cuales tres son médicos, uno es odontólogo, una enfermera, cuatro auxiliares de enfermería, cinco asistentes de atención primaria, y el resto son funcionarios administrativos.
El mencionado documento enfatiza en el muy importante aspecto siguiente:
«Es importante mencionar la participación voluntaria de la comunidad en problemas de salud, como comités de salud, miembros de asociaciones comunales y otros organismos como la Cruz Roja”.
Esa participación comunal se realiza a través de la Junta de Salud de Miramar y siete Comités de Salud, todos los cuales se encargan de vigilar el adecuado orden de la salud en sus respectivas localidades, principalmente en la zona norte del Cantón, donde los comités se encargan de todos los preparativos para el dispensario y consulta de la Unidad Móvil Médica.
VIVIENDA
Situación general
De acuerdo con los datos disponibles del Censo de 1984, el Cantón tenía entonces, una población de 7.444 habitantes distribuidos en un total de 1.625 viviendas, de manera que resultaba un promedio de 4,58 habitantes por vivienda.
El número de viviendas calificadas como en mal estado de sus materiales resultó inferior al 10%, en tanto que las calificadas como de regular estado, representaron escasamente el 24% del total de viviendas del Cantón. Estas cifras son muy significativas si se comparan con las del Censo del973, en que Montes de Oro alcanzó el 60% de sus viviendas en total o parcial deterioro.
Esos números, según los Datos Básicos del Ministerio de Salud, para 1988 podrían demostrar una mejora inclusive muy acelerada, al considerar que solamente un 6,7% de las viviendas se encuentra en malas condiciones, y un 7,8% puede calificarse de malas condiciones, tendencias éstas que seguramente reflejan las políticas, gubernamentales y el apoyo legislativo, en los programas de vivienda y saneamiento.
En otro aspecto muy interesante, en el Censo de 1984 el Cantón apareció con un alto porcentaje de tenencia de la vivienda, pues menos de la cuarta parte (24%) de las viviendas eran alquiladas, cedidas o se hallaban en otra calidad similar.
En cuanto a viviendas carentes de servicios básicos o inadecuadas, para 1977 se registraron solamente 37 casos individuales, 31 localizados en el área rural y seis en la urbana. En el censo de 1984, en cambio, los casos registrados en la categoría de tugurios solamente fueron nueve, y en general mejoraron las condiciones de la vivienda en todo el Cantón, sin tomar en cuenta aún, los programas de vivienda em prendidos en la última administración.
Condición de la vivienda
Según los datos del Censo de 1973, en Montes de Oro un 60% de las casas se hallaban ubicadas en la categoría de malas a regulares, entendiéndose por tales aquellas que necesitaban ser reemplazadas o requerían reparación.
Además, la décima parte de las viviendas tenían pisos de tierra. Sólo un 1% de las casas apareció con techo de material distinto al metal, el asbesto o las tejas, o sea, por eliminación, posiblemente de paja. Sin embargo este problema resultó poco relevante.. (IFAM/AITEC, 1975, p.3).
Otras categorías que sirven para calificar el tipo de vivienda fueron el servicio de agua, el servicio sanitario y la electricidad.
En todos estos aspectos, los datos contenidos en los censos de 1973 y 1984, denotan una franca mejora en las condiciones de vida de la población de Montes de Oro, acorde con el nivel de desarrollo económico y social del Cantón.
Nuevos proyectos
Con la adopción de los programas de vivienda como primera prioridad de la Administración Arias Sánchez, Montes de Oro emprendió sus propios proyectos, principalmente orientados a dotar de habitación a familias de menores recursos.
En este punto, fue determinante el apoyo proporcionado por el Diputado del Cantón, don Alfonso Estevanovich, en cuanto a obtener el financiamiento y las facilidades que deben derivar del gobierno central.
Destaca el Proyecto «Margarita Peñón de Arias», ubicado sobre la carretera hacia Cuatro Cruces, a 800 metros del cuadrante de Miramar, el cual comprendió la construcción de 192 viviendas mediante el sistema de autoconstrucción y bono familiar.
Además, se obtuvo financiamiento para construcciones mediante esfuerzo individual, con participación del Ministerio de Vivienda, el IMAS, el Proyecto Costa Rica Canadá a través del Director Regional, don Jorge Huertas, junto con las Asociaciones de Desarrollo del Cantón.